26 de abril de 1937: El ataque aéreo a Gernika
Hoy se cumplen ochenta años del ataque aéreo que tuvo lugar en Gernika. Un episodio nefasto en la historia de nuestro país, en el que, como siempre, sufren los mismos: aquellos civiles que intentan pasar de puntillas en una guerra que no entienden ni comparten, pero que les ha tocado vivir.
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Algunos de los militares sublevados |
El 18 de julio de 1936 un sector importante del ejército, a la
cabeza de los cuales se encontraba Emilio Mola, apodado El Director, se levantó contra el gobierno legítimo de la República
por diferentes causas entre las que podemos nombrar por ejemplo la oposición de
los grupos privilegiados al reformismo republicano, la radicalización de las
fuerzas políticas y sindicales o la polarización social y la violencia
política. Hubo regiones en las que triunfo enseguida (mayoritariamente en las
regiones agrícolas de orientación política conservadora) y, aunque el País
Vasco es fundamentalmente conservador, se posicionó a favor de la República
porque anhelaba el reconocimiento de su autonomía (estatuto que se aprobó en
1936, en plena guerra civil).
Así
pues, al fracasar el levantamiento militar se desencadenó inevitablemente una
guerra que tuvo repercusiones internacionales; si bien Francia y Gran Bretaña
impulsaron el Comité de No-Intervención por miedo a una internacionalización
del conflicto, Alemania e Italia se posicionaron a favor del sector sublevado
enviando diverso material de guerra, tropas y aviación. La República también
tuvo ayuda, fundamentalmente de la Unión Soviética (no debemos olvidar a las
Brigadas Internacionales), aunque este es un tema del que hablaremos en otro
momento.
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D.H.89 Dragon Rapide |
El 17 de julio Franco sale de las Canarias y vuela con el Dragon Rapide hacia Tetuán donde, el 19
de julio, toma el mando de las tropas africanas para dirigirse hacia la
Península. Si tenemos en cuenta que la sublevación triunfó en Galicia, Castilla
y León y algunas partes de Extremadura, Aragón y Andalucía, no le lleva mucho
tiempo a Franco apoderare de Extremadura al completo (agosto, 1936), Toledo (septiembre,
1936) y llegar a Madrid en noviembre, donde su ejército es frenado por las
diferentes fuerzas que apoyan a la República. Con esa espina clavada decide
volverse hacia el norte donde, en marzo de 1937 toma Guadalajara y se dirige
hacia Bilbao, Santander y Oviedo (regiones que habían quedado aisladas del
resto de territorios afines a la República).
Al llegar al Frente del Norte, los vascos resistieron el
embiste de las tropas nacionales, con lo que Franco decidió enviar a la Legión
Cóndor (alemana) a bombardear Durango el 31 de marzo de 1937. Este suceso puso
sobre aviso a Gernika (a 31 km de distancia), donde las autoridades locales
ordenador la construcción de diversos refugios antiaéreos. Gernika es una villa
foral que por su famoso roble (bajo el cual se redactaban las leyes vascas)
había sido siempre símbolo de las libertades para el pueblo vasco.
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Árbol de Gernika |
Así llegamos al fatídico día. El 26 de abril de 1937 tuvo lugar
un bombardeo sistemático que duró tres horas. Los aviones despegaban del
aeródromo de Vitoria, rebasaban el litoral y luego daban media vuelta siguiendo
el valle de Oca, atacando Gernika de Norte a Sur. Su táctica consistió en
arrojar primero bombas rompedoras ordinarias, luego racimos de pequeñas bombas
incendiarias y simultáneamente, los cazas volando en vuelo rasante,
ametrallaban a las personas que pretendían huir.
El gobierno de Euskadi registró un total de 1.645 víctimas
mortales y 889 heridos, aunque en la actualidad se considera un número demasiado
elevado. Solé y Sabaté, basándose en las valoraciones del responsable del
servicio contra incendios, afirma que la cifra probable esté alrededor de unos
300 muertos (un 5% de la población), puesto que después del primer bombardeo la
gente huyó hacia el monte. A parte de las víctimas humanas, un 70% de los
edificios fueron totalmente destruidos por el incendio que se produjo y que,
según cuentan los testigos, no se pudo apagar hasta el día siguiente.
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Vista aérea de Gernika tras el ataque aéreo (27/04/1937) |
Posteriormente se dijo que el objetivo de la operación era
destruir el puente y la fábrica de armamento (únicos posibles objetivos
estratégicos de la villa), sin embargo, estas infraestructuras resultaron
ilesas, por lo que es muy posible que el verdadero objetivo fuese arrasar por
completo la villa foral para hundir la moral de pueblo vasco.
La propaganda franquista afirmó que Gernika, al igual que Irún,
había sido incendiada por los propios “rojo-separatistas” en su huida,
practicando una política de “tierra quemada”; pero varios corresponsales
extranjeros, entre ellos George Steer (del diaro conservador británico The Thimes, tuvieron ocasión de
presenciar el estado de la villa después del ataque y ser testigos de la
devastación, recogiendo pruebas de la autoría de los hechos, pues las bombas
que no habían explotado daban testimonio de su fabricación alemana.
Las tropas nacionales entraron en Gernika tres días después del
bombardeo. El contingente militar franquista estaba compuesto por italianos,
alemanes, moros y requetés. Mucha gente ya había huido por miedo a las
represalias, especialmente aquellos que eran reconocidos como republicanos y
nacionalistas. Al principio de la ocupación los soldados repartieron pan y
alimentos entre la población, pero poco después se hicieron sentir los efectos
de la escasez, el racionamiento y la humillación. Como ejemplo, las tropas
moras fueron acuarteladas en diversos lugares de la villa, entre ellos en la
Iglesia de Santa María. Cuando se marcharon las mujeres guerniquesas fueron
obligadas a limpiar estos lugares profanados, siendo ésta una de las
humillaciones que más huella dejó en sus memorias.
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Pedro Baliño, superviviente |
Durante los primeros años del franquismo se llevó a cabo la
reconstrucción de Gernika. En ella participaron los presos políticos –instalados
en el Colegio de los Padres Agustinos–, y personas libres asalariadas. Los trabajos
duraron cinco largos años y, paradójicamente, a quién se le atribuyó la autoría
de su destrucción, Francisco Franco, fue nombrado hijo adoptivo de la ciudad. No
fue hasta 1997 cuando llegó el reconocimiento de la implicación alemana en el bombardeo.
El presidente Herzog envió una carta a los supervivientes en la que admitía la
implicación de Alemania en el ataque aéreo de 1937. El pueblo vasco nunca
olvidará este suceso. Como dice Pedro Baliño (superviviente del bombardeo): “perdonar,
vamos a perdonar a medias, pero olvidar jamás en la vida”.
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