Poveglia: la isla de los muertos.
Poveglia es una pequeña isla situada entre Venecia y Lido, al norte de Italia. A pesar de ser una isla de superficie reducida, ha sido testigo de guerras, epidemias, perturbados mentales y diversos accidentes que han envuelto este pedazo de tierra en un halo de misterio que hace de él un lugar maldito.
Las primeras referencias
de Poveglia datan del 421 a.C., cuando los habitantes de Padua tuvieron que
refugiarse allí tras sufrir un violento ataque de los pueblos bárbaros. A
partir de estas invasiones la isla comenzó a ser intensamente poblada y en los
siglos sucesivos su importancia creció de manera considerable.
Llegada la Edad Media,
entre 1376 y 1381 se desató la guerra de Chiogga entre la República de Génova y
la de Venecia por el control del comercio en el Mediterráneo oriental y en
mitad de este conflicto se produjo el ataque de la isla de Poveglia, con lo que
el gobierno veneciano decidió construir una fortificación llamada El Octágono para repeler el ataque. En
la actualidad esta fortaleza todavía sigue en pie.
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Isla de Poveglia |
Hay que tener en cuenta que desde 1348
Europa estaba siendo asolada por la Peste Negra. Al parecer esta epidemia
empezó en alguna zona de Asia central y llegó a Europa por la ruta de Crimea. Uno
de los primeros sitios que se vieron afectados fueron Génova y Venecia. Ésta
última se encuentra rodeada de canales y cuando los muertos se contaban ya por
miles, sus habitantes se vieron atrapados. Según atestiguan las crónicas de la
época:
“los
cadáveres se hallaban hacinados por las calles, un hedor nauseabundo impregnaba
el aire, las piedras, el agua de los canales…”
Ante la magnitud de esta
epidemia, las autoridades venecianas decidieron que llevarían los cadáveres
infectados a Poveglia y los enterrarían o quemarían con la intención de evitar
que la epidemia siguiese extendiéndose. Sin embargo, puesto que la epidemia no
remitía (debido a la falta de higiene y de médicos capacitados), muy pronto se
decidió trasladar a los enfermos y a los sospechosos de estar contagiados. Las
personas que no estaban contagiadas pero eran llevadas a la isla no tenían
posibilidad de volver. Morían allí contagiados por error, con lo que pronto la
isla se convirtió en un montículo de fosas comunes y empezó a ser conocida como
“la isla de los muertos” o “la isla del no retorno”.
A esto hay que añadirle
el hecho de que el viaje era aterrador. Imaginad el terror que sentirían estas
personas al verse en una barca con un médico del s. XIV con las máscaras que
llevaban llevándolas a una isla que sabían estaba llena de muertos vivientes y
que no había posibilidad de volver…
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Uniforme de los médicos de la peste. |
A propósito de las máscaras, tenían
este aspecto porque estaban diseñadas para protegerlos del aire infectado. En
el pico se ponían sustancias aromáticas y solamente tenían dos pequeños agujeros
para que pudiesen respirar y así, según ellos, se protegían del aire del exterior.
Después de la Peste
Negra, la isla sirvió como lugar de prevención de diversas plagas y hoy en día
se calcula que puede haber un total de hasta 300.000 restos humanos sin
identificar. De hecho, el número es tan elevado, que los días de fuerte oleaje,
el mar es capaz de arrastrar grandes cantidades de huesos humanos a las islas
más cercanas y los pescadores temen acercarse al lugar por miedo a capturar
alguno de estos restos.
Con los siglos la gente
se olvidó un poco de los sucesos de Poveglia hasta que en 1922 el gobierno
italiano decidió construir un hospital psiquiátrico en la isla. El director de
dicha institución aprovechó para experimentar con los pacientes con el objetivo
de curar su demencia y les practicaba lobotomías y trepanaciones con
instrumentos rudimentarios tales como taladros de mano, martillos y cinceles hasta que una noche decidió saltar al vacío desde lo alto de la torre de la clínica.
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Fosas de Poveglia |
Tras el trágico suceso el hospital fue cerrado y la isla abandonada. En la actualidad se cultivan viñedos en la isla porque al parecer su tierra es muy fértil debido a la gran cantidad de cenizas humanas que subyacen el suelo. Sin embargo, los pocos trabajadores que allí acuden solo lo hacen durante el día por miedo a las diversas leyendas que se han forjado de fantasmas y apariciones en la isla.
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