DE LA REPÚBLICA A LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN FRANCESES: LOS EXILIADOS ESPAÑOLES (I)
En esta nueva entrada voy a hablar de un episodio muy doloroso para los exiliados republicanos que confiaron en la benevolencia de sus allegados franceses en un momento de desesperación. Perseguidos por las tropas de Franco iniciaron un éxodo que los llevó a la más vil de la ruinas. Tratados como perros por las autoridades francesas, nunca entendieron el porqué de esta situación.
Antes que nada, me gustaría trasladar aquí el testimonio de Virgilio Peña, uno de los exiliados que apenas contaba con una veintena de años cuando marchó de España, sobre qué supuso para él la llegada de la Segunda República:
"¿Me preguntas por qué luché a favor de la República? Anda que vaya cojones que tienes tu también. […] ¿Tú sabes lo que era trabajar de sol a sol en los campos de Córdoba con ese calor y por un salario de miseria? Yo empecé a segar trigo a los 16 años, era casi un niño. Cuando llegó la República aprobó una ley implantando la jornada laboral de ocho horas. ¿Tú sabes lo que supuso eso para mí? […] Yo que era un semianalfabeto comencé a estudiar porque tenía unas horas libres para poder hacerlo. La República hacía las cosas como se tenían que hacer y por eso nos la quitaron tan pronto. Para mí, para todos nosotros, defender la República era defender la libertad de los trabajadores".
Tras la caída de Cataluña, entre diciembre de 1938 y febrero de 1939, muchos de los soldados que integraban los batallones de la Segunda República salieron de España hacia Francia junto a un gran contingente de civiles que huía de la guerra y la represión. Al ser el país vecino también una república, los soldados españoles pensaron que una vez en Francia les ayudarían a regresar, concretamente a Valencia, zona que seguía controlando la República. Tras la derrota en la batalla de Teruel, los nacionalistas consiguieron llegar al Mediterráneo dividiendo la zona republicana en dos: Cataluña por un lado; por otro, Valencia, Alicante, Murcia. Y Madrid, que seguía resistiendo. En febrero de 1939, el golpe de Estado del general Casado entregaba Madrid a los franquistas. Este acontecimiento precipitó los hechos y la última zona que quedaba leal a la república cayó entre bombas e intentos de huida desde el puerto de Alicante hacia Orán.
Pero volvamos a Francia. Más de medio millón de refugiados cruzaron la frontera creyendo que recibirían ayuda, pero se equivocaron. Ante tal contingente humanitario, lo primero que hicieron las autoridades francesas fue desarmar a los soldados. Seguidamente, les enviaron a campos de tránsito donde separaron a los hombres de las mujeres para, posteriormente, enviarlos a campos de concentración al aire libre, rodeados por alambradas y custodiados por guardias coloniales senegaleses. Hubo unos campos principales que albergaron a casi la mitad de los refugiados: Argelès-sur-Mere (80.000), Saint-Cyprien (100.000), Barcarès (20.000) o Agde (25.000). Otros refugiados decidieron regresar a España cuando Franco aseguró que no habría represalias para aquellos que no tuviesen delitos de sangre. También se equivocaron.
"Cuando entramos allí nos encerraron como animales. A un lado teníamos el Mar Mediterráneo y al otro los alambres y los guardias senegaleses […] Y aquello fue criminal porque no tenías qué comer, no tenías agua, no tenías donde hacer tus necesidades, no te podías lavar […] Además, el Ejército francés no permitía que llegaran las organizaciones de izquierda que nos querían llevar ropa y alimentos".
Un mes después de la llegada a Francia, las autoridades francesas entregaron algunos materiales de construcción con los que los propios españoles construyeron barracones e infraestructuras mínimas, aunque las condiciones higiénicas seguían siendo deplorables. Estas ínfimas condiciones de vida llevaron a la aparición de enfermedades (disentería, tifus, piojos, sarna) y la muerte de miles de hombres, mujeres y niños ante la mirada indiferente de las autoridades francesas que consideraban a estos "rojos españoles" nada más que delincuentes, por lo que eran sometidos a duros castigos físicos.
Para aquellos que habían luchado en la guerra y habían adquirido formación militar, el gobierno francés creó unos centros especiales de internamiento donde eran encerrados oficiales republicanos del Ejército Popular, miembros de las Brigadas Internacionales o de la Columna Durruti. El trato allí recibido fue tan violento y vejatorio que lograron cerrarlos gracias a la presión de los partidos de izquierda franceses. El mayor campo de internamiento se estableció en Vernet d'Ariège. Se cree que recibían este trato porque las autoridades francesas los consideraban peligrosos.
Este trato vejatorio se trasladó a los medios de comunicación con el objetivo de lograr que los españoles regresasen a su país, pues le estaban costando dinero al Estado francés. Manuel Rozas lo recuerda así:
"Éramos calumniados constantemente, arguyendo que habíamos venido a Francia a comer el pan de los franceses. Los dirigentes del campo se ensañaban con nosotros haciéndonos la vida imposible, multiplicando las presiones y las vejaciones".
Sin embargo, lo único que consiguieron es que la población de las cercanías se diese cuenta de que no eran asesinos, violadores ni criminales, sino civiles que habían huido de una guerra para salvar su vida. Así que, poco a poco, les fueron lanzando tabaco, comida, utensilios, por las alambradas.
Fuente:
- Hernández de Miguel, C. Los últimos españoles en Mauthausen. Ediciones B: Barcelona.
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