¿Porqué los romanos construyeron acueductos?

En la Antigüedad las ciudades se erigían al lado de los ríos para facilitar el comercio y el transporte de mercancías. Cuando se fundó Roma, los manantiales y los pozos cercanos suministraban suficiente agua para la ciudad, sin embargo, a partir del siglo IV a.C., Roma creció tan rápido que se hizo necesario el transporte de agua hasta la misma. Es ahí donde entran los acueductos. Antes de construir uno, los ingenieros evaluaban la fuente de done deseaban tomar el agua: la cantidad de agua que producía, su claridad, su sabor y la salud de las personas que bebían de ella. Si la fuente era buena, se decidía la ruta por donde pasaría el acueducto, su inclinación, anchura y la longitud del canal.  



Como había pocas casas que contaban con agua corriente, los romanos edificaron cientos de baños termales, tanto públicos como privados, los cuales se convirtieron en lugares de encuentro. Los más grandes tenían incluso jardines y bibliotecas.

Por otro lado, como el agua que circulaba por los acueductos no podía detenerse, se la dejaba correr hacia el alcantarillado, lo cual ayudaba a mantenerlo limpio de residuos.

A principio del siglo III ya había once acueductos que abastecían a la ciudad de Roma. Cuando el agua llegaba a la ciudad se dirigía a unos tanques de almacenamiento, puesto que la mayor parte de los acueductos eran subterráneos. El sistema de distribución llegó a ser tan grande que se cree que suministraba unos 1.000 litros diarios por habitante.




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