Lucio Urtubia: el Robin Hood español (Parte II)

Después de huir a Francia en 1954, en París empezó a trabajar de albañil, un oficio que le acompañó toda su vida. Allí comenzó a relacionarse con las Juventudes Libertarias de la Fédération Anarchiste, en principio para aprender el idioma, pero más tarde plenamente convencido por las relaciones que allí inició que incluyeron, entre otros, a André Bretó (escritor francés conocido como el principal impulsor del movimiento surrealista) i a Albert Camús (premio Nobel de Literatura i articulista de Le Libertaire, Le révolution proletarienne y Solidaridad Obrera).

Al poco tiempo de vivir en París se le encomendó que escondiese a un miembro del maquis antifranquista (buscado tanto por las autoridades franquistas como por las francesas). El refugiado era Quico Sabaté (mítico anarquista y máximo exponente de la guerrilla urbana en Cataluña), con quien compartió casa durante diversos años, hasta la muerte de éste. Bernard Thomas, escritor del libro Lucio Urtubia: el anarquista irreductible, escribió:

“Para Lucio, Quico era su dios, su maestro del anarquismo”.

A Sabaté en Francia le esperaban unos meses en prisión, mientras que en España el garrote vil, así que decidió entregarse y pasar unos meses en la prisión francesa a cambio de no ser extraditado a España. Antes de entregarse le dejó a Lucio unas armas para que éste le liberase si las autoridades francesas decidían devolverlo a España.

Durante la encarcelación de Quico, Lucio se dedicó a realizar una serie de atracos por Europa con la finalidad de conseguir fondos para la causa revolucionaria. Para los atracos llevaba siempre una metralleta Thompson que heredó a la muerte de Sabaté. Más tarde, abandonaría estas actividades “por miedo a hacerle daño a los empleados de los bancos”. En su opinión los bancos no merecen respeto: “Para mí, no hay nadie más ladrón que los bancos protegidos. Todos están protegidos por los sistemas de Estado, de leyes, de todo. Ellos son los ladrones”. Sin embargo, no realizaba estos atracos para enriquecerse a sí mismo, sino a la causa: “¿Cómo no lo vas a pasar mal? Yo me orinaba en el pantalón. Tú te imaginas lo que es ver a una persona, a un empleado que le metes allí la metralleta. Yo no he muerto a nadie, pero podría haberlo muerto y eso es doloroso por ir a buscar dinero”. Los atracos los realizaban porque no tenían otro medio de financiación. Los anarquistas no poseían empresas con que poder financiar ni tampoco diputados en las Cortes. 

El dinero resultante de los atracos los quería mandar para España para ayudar a las familias más perjudicadas por el régimen franquista, pero no sabía cómo hacerlo. Cuando Sabaté salió de la prisión le facilitó direcciones de familias y libertarios exiliados en Tolosa de Languedoc, Perpiñán, París, y de miembros que seguían en activo de la antigua CNT española en Barcelona, Zaragoza, Madrid y Pamplona. Lucio viajó a España.

Con la muerte de Sabaté, Lucio dejó los atracos y se centró en su trabajo de albañil, empezando a funcionar por libre, sin asociaciones de por medio. Nunca llegó a afiliarse a la CNT. 

A principios de los 60 algunos anarquistas españoles frecuentaban los círculos de la embajada de Cuba en París. Lucio hizo mucha amistad con la embajadora cubana, Rosa Simeón. Por otro lado conoció al famoso falsificador Laureano Cerrada y a través de este llegaron a manos de Lucio unos dólares falsos de muy buena calidad. Con ellos fue a ver a Rosa Simeón y le propuso la falsificación masiva de dólares americanos: él pondría las planchas y Cuba su capacidad de fabricación y junto devaluarían el dólar. Para llevar a cabo la empresa, Rosa Simeón aprovechó una escala en París del Che Guevara (entonces Ministro de Economía) para concertar una cita entre él y Lucio, pero el Che no mostró mucho interés y se negó a llevar a cabo el plan.

Lucio también vivió el Mayo del 68 en París, para él fue una explosión de libertad, pero lo más importante es que conoció a la que sería su esposa: Anne Urtubia. Tras el Mayo del 68 creó una imprenta con la intención inicial de crear pasquines, pero acabó realizando documentos de identidad y pasaportes españoles falsos para refugiados y perseguidos por el régimen franquista. Con el éxito que tuvieron las falsificaciones, empezaron a hacer documentos falsos de otros países.

El 2 de marzo de 1974 Salvador Puig Antich, anarquista, fue ejecutado por garrote vil. Dos meses más tarde, el director del banco de Bilbao, Baltasar Suárez, fue secuestrado en París por un grupo de anarquista para que estos hechos no volviesen a repetirse. Uno de los principales acusados fue la familia Urtubia. Fue la primera vez que el nombre de Lucio Urtubia saltaba a los medios de comunicación. Tras ello, Lucio empezó a sentirse vigilado y alquiló un sótano en casa de su hermana Satur en donde escondió las planchas de falsificación y algunas armas. 

Su golpe maestro fue la falsificación de cheques del First National City Bank. Realizó unas 8.000 hojas de veinticinco cheques de cien dólares cada uno, con los cuales estuvo a punto de hacer caer al banco, quien sufrió una importante caída en su cotización en bolsa. Este dinero, unos 15 millones de dólares, fue utilizado en la ayuda de los movimientos guerrilleros de Latinoamérica (Tupamaros, Montoneros, etc.) y de todas las partes del mundo. La idea era crear cheques de viajes y ponerlos en circulación con el objetivo de desestabilizar el régimen. En palabras de Evelyn Mesquida (corresponsal de prensa en París) “Que un hombre sin estudios, sin apenas preparación, un hombre que apenas ha ido a la escuela, sea capaz de hacer los billetes falsos más perfectos, según los mismos expertos del banco, los más perfectos que habían visto en su vida, es decir, esto me parece extraordinario”.

En 1980 el stock de cheques era cada vez mayor y necesitaba otra forma de canjear los cheques. Entonces conoce a Toni Sarre quien le dice que tiene un contacto interesado en cambiar el stock al 30% de su valor, pero dicho contacto resultó ser un infiltrado y fue arrestado por la policía francesa, pero salió en libertad. En 1981 fue reclamado de nuevo por la justicia, pero él se hizo un carnet falso y le perdieron la pista en Francia. Cuando fue arrestado, además de los cheques del City Bank, también fue acusado por el secuestro de Baltasar Suárez, pero tanto él como su mujer Anne, fueron indultados por esto último.

Lucio entró en la cárcel, pero mientras estaba en ella, las planchas de falsificación siguieron funcionando y se encontraban falsificaciones por toda Europa. Esto inquietaba tanto a las autoridades como al propio City Bank. Finalmente, gracias a la ayuda de un grupo de abogados, entre ellos Baudelot o Roland Dumas, y el consejero del Primer Ministro Francés, solamente fue condenado a seis meses de prisión y llegó a un acuerdo extrajudicial con el City Bank, que fue forzado a retirar los cargos a cambio de las planchas de falsificación y una gran cantidad de dinero. Hoy día hay gente que cree que ese dinero sigue en manos de Lucio y que éste es millonario, no lo podemos saber.
 
A lo largo de su vida participó en un gran número de actos contra el sistema capitalista que supusieron que se dictaran en su contra cinco órdenes internacionales de búsqueda, incluida una de la CIA. Destacan la participación en la preparación del secuestro del nazi Klaus Barbie en Bolivia, la colaboración en la fuga del líder de los Panteras Negras, la intercesión en el secuestro de Javier Rupérez o su colaboración con la fuga de prisión de Albert Boadella, que se encontraba a la espera de un juicio por un delito de injurias al Ejército español.

En 1996 Lucio compró un inmueble destartalado en Rue des Cascades, en el barrio de Belleville. Lo remodeló y lo convirtió en un centro sin ánimo de lucro en el que se organizan todo tipo de actividades culturales relacionadas con el anarquismo y otros movimientos antisistema. Lo llamó “Espacio Louis Michelle” en honor al histórico líder de las Comunas de París. Lucio vive justo encima de este centro. Si está en casa, siempre deja la puerta abierta para quien quiera compartir un rato junto a él.

Más información en:

Lucio, el documental
Salvados: Lucio Urtubia y Enric Duran.

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