Hipatia: la primera matemática de la historia

Tras el Edicto de Milán (313) el cristianismo dejó de sufrir la persecución por parte del Imperio Romano cuando el emperador Constantino decretó la libertad de culto. A partir de entonces cambió la visión de la fe en todo el Imperio y las deidades antiguas empezaron a ser destruidas, así como los creyentes ahora paganos fueron perseguidos. Aquí entra en juego Hipatia de Alejandría, perseguida hasta muerte, no solo por su fe, sino también por sus ideas.

Persecución de los paganos
Hipatia nació en Alejandría alrededor del año 370 d.C. Hija de un filósofo y astrónomo llamado Teón, Hipatia recibió durante su vida una educación extraordinaria centrada en la filosofía, la astronomía, las matemáticas y la literatura. Mujer culta, pronto destacó como una de las primeras seguidoras de la corriente neoplatónica y llegó a ser cabeza de la Escuela Neoplatónica de Alejandría a principios del siglo V.

A pesar de que la provincia de Egipto había experimentado una fuerte cristianización, parece ser que el paganismo todavía era aceptado, pues Hipatia, aunque no fue una pagana declarada, tampoco fue cristiana. A ella lo que le interesaba era la filosofía, cuya enseñanza sería posteriormente prohibida por la Iglesia cristiana.

Imagen idealizada de Hipatia
Hipatia llegó a ser respetada por los eruditos de Alejandría y empezó a ser conocida en todos los rincones del Imperio, por lo que, además de enseñar en el Museion de la Universidad de Alejandría, su casa se convirtió en un centro de saber y conocimiento al que acudían alumnos de todo el mundo romano.

A pesar de esta fama y de que las autoridades toleraban las corrientes de pensamiento filosófico en Alejandría, a partir del 380, cuando Teodosio I el Grande convirtió el cristianismo en religión oficial del Estado, los ahora paganos se convirtieron en herejes que debían ser erradicados y perseguidos. A lo largo de las décadas posteriores tuvieron lugar grandes controversias entre cristianos y paganos y muchos de éstos últimos consintieron en convertirse al cristianismo para evitar las presiones, pero Hipatia nunca consintió en convertirse. Aún así, contó con la estima y protección de las élites intelectuales cristianas.

El episcopado de Alejandría se encontraba en manos de Teófilo, quien se encargó de perseguir a los herejes. Sin embargo, a su muerte lo sucedió su sobrino Cirilo, mucho menos transigente con los herejes, sembró la discordia por sus actos hasta que fue denunciado por Orestes, el prefecto imperial de Alejandría. Cirilo creyó que Hipatia era quien sembraba la discordia entre él y Orestes, pues todo el mundo sabía que éste seguía los consejos de ella.

En plena Cuaresma, un grupo de fanáticos religiosos se abalanzó sobre la filósofa mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar al templo Cesáreo, construido por Julio César y convertido después en la catedral de Alejandría. Allí, tras ser desnudada, la golpearon con piedras y después pasearon sus restos por la ciudad en actitud de triunfo hasta que llegaron al crematorio donde la incineraron.

El historiador más cercano a los hechos, Sócrates Escolástico, vincula a Cirilo con el asesinato de Hipatia, al manifestar que:

"Este suceso acarreó no escaso oprobio tanto a Cirilo como a la iglesia de los alejandrinos". 

Aunque su legado fue destruido, esta mujer pasó a la historia por su sabiduría y el haber llevado sus ideas hasta las últimas consecuencias.


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