La Alemania Nazi I: la llegada al poder de Hitler

Adolf Hitler (1889-1845) nació en Austria en una familia de clase media. Hijo de un agente de aduanas y una campesina, Hitler fue un estudiante mediocre que no llegó a finalizar los estudios de secundaria. Solicitó el ingreso en la Academia de Bellas Artes de Viena, pero no fue admitido por carecer de talento. Permaneció en esta ciudad hasta 1913, donde vivió gracias a algunos ingresos obtenidos de la venta de sus pinturas. Fue en Viena donde se formó su antisemitismo. Al parecer viajó de Viena a Múnich huyendo del servicio militar, probablemente porque no quería servir junto a eslavos y judíos. En enero de 1914 fue localizado por las autoridades austríacas y tuvo que viajar a Salzburgo en febrero donde, tras ser examinado, fue declarado no apto para el servicio militar. 

Hitler en Munich, 1914
Como vemos en la imagen, el estallido de la Primera Guerra Mundial lo cogió en Múnich. El inicio de la guerra ocasionó gran entusiasmo en el joven Hitler, quien pensó que había llegado una oportunidad para cambiar su vida. 

"No estoy avergonzado de decir que, arrastrado por mi entusiasmo, me arrodillé y agradecí al cielo desde el fondo de mi corazón [...] por haberme permitido vivir en este tiempo". 

Una semana después del estallido de la guerra se alistó en el ejército alemán y tras solamente tres meses de instrucción, fue enviado al frente. Sirvió en Francia y Bélgica como mensajero de la Primera Compañía del 16º Regimiento de Infantería Bávaro de Reserva, lo que le obligó a participar en la línea de fuego enemiga. 

Adolf Hitler en 1916
A pesar de que sus enemigos políticos lo tacharon de cobarde, Hitler fue un soldado valiente. En 1916 fue herido en una pierna y cuando volvió al frente en 1917 lo hizo convertido en Cabo, aunque nunca consiguió promocionar más allá de esta distinción. Aún así, se le concedió la Cruz de Hierro de segunda categoría (1914) y la de primera categoría (1918), ésta ultima raras veces otorgada a un soldado de tan baja graduación. 

El 28 de septiembre de 1918 luchando contra los ingleses en Marcoing, el soldado británico Henry Tandey tuvo en el punto de mira a Adolf Hitler, pero no le disparó porque le dio pena. Según su testimonio, tenía como regla impuesta no disparar sobre enemigos heridos o prisioneros. 

Un mes más tarde, en octubre, los alemanes fueron atacados con gas mostaza por los británicos cerca de Ypres. Según el documental Un Mundo en guerra Adolf quedó temporalmente ciego por no haberse podido cerrar bien la máscara anti gas a causa del bigote. Sin embargo, según unos escritos encontrados de Alexander Frey, compañero de Hitler en el frente, ya se había afeitado el bigote por los mismos motivos antes del incidente. Si esto es cierto parece ser que no le sirvió de mucho porque la máscara no cerró y tuvo que ser trasladado al hospital militar de Pasewalk, cerca de Stettin. Allí fue donde se enteró de que Alemania iba a firmar un armisticio que daba fin al conflicto. Como muchos nacionalistas alemanes, Hitler culpó a los socialdemócratas por el armisticio. El Tratado de Versalles impuso reparaciones de guerra y otras sanciones económicas que perjudicaron gravemente a Alemania. Tras la abdicación del káiser Guillermo II y la firma del armisticio, se instauró en el país la República de Weimar, lo que supuso un período de graves crisis internas. 

Hitler salió del hospital el 19 de noviembre de 1918 y el día 21 llegó a Múnich para reintegrarse en su batallón. En el Ejército fue nombrado oficial de instrucción y se le asignó la tarea de inmunizar a los soldados a su cargo contra las ideas pacifistas y democráticas. En 1919 se le ordenó que investigara al Partido Obrero Alemán, pero Hitler acabó aceptando sus ideas y se convirtió en un personaje importante del partido. 

En 1920 el partido cambió su nombre por el de Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, al tiempo que Hitler abandonaba el ejército. En 1921 fue elegido presidente (führer) del partido con poderes dictatoriales. Difundió su doctrina de odio racial y desprecio por la democracia en los numerosos mítines que organizó y, mientras tanto, las organizaciones paramilitares surgidas en el partido se dedicaron a aterrorizar a sus enemigos políticos. Hitler no tardó en convertirse en una figura clave de la política de Baviera gracias a la colaboración de oficiales de alta graduación y empresarios adinerados. 

Putsch de Múnich

En noviembre de 1923, influenciado por la marcha de Roma de Benito Mussolini, aprovechó un momento de caos político y económico  para encabezar un golpe de Estado contra la República de Weimar. Hitler estableció un gobierno provisional y se proclamó canciller de un nuevo régimen autoritario. Sin embargo, el conocido como Putsch de Múnich fracasó por falta de apoyo militar. Adolf Hitler fue sentenciado a cinco años de prisión por alta traición y dedicó los ocho meses de condena que cumplió para escribir su Mein Kampf (Mi lucha). El libro perfila las ideas principales que el régimen alemán llevaría a término durante su gobierno. En el ámbito político describe su aversión por el comunismo y el judaísmo, a los que cree son los grandes males del mundo. Tras su salida de la cárcel gracias a una amnistía general en 1924, el Partido Nazi sufrió una reestructuración y Hitler se estableció en una posición fuerte. 

La inestabilidad económica de la Gran Depresión (1929) benefició a Hitler pues la política interna de Alemania estaba en crisis. Tras un cambio de canciller, Brüning tampoco consiguió la mayoría parlamentaria para gobernar, con lo que decidió celebrar nuevas elecciones generales en 1930 en las que Partido Nazi se convertía en la segunda fuerza política del país. Su representación pasó de 12 diputados en 1928 a 107 en 1930. El partido consiguió atraer el voto de millones de alemanes prometiendo reconstruir una Alemania fuerte, crear más puestos de trabajo y devolver la gloria nacional. Entre 1931 y 1933 el partido continuó creciendo aprovechando la situación creada por el aumento del desempleo, el temor al comunismo y la falta de decisión de sus rivales políticos. 

Hitler en 1933
El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler se convertía en el nuevo canciller de Alemania. Aunque los grandes empresarios esperaban poder controlarle con facilidad, nada más llegar al poder se autoproclamó dictador, acumulando la presidencia del Reich y de la cancillería con el título de Reichsführer. Miles de ciudadanos contrarios al Partido Nazi fueron enviados a campos de concentración y se eliminó cualquier asomó de oposición. Es necesario hablar pues de La Noche de los Cuchillos Largos (30 junio - 2 julio, 1934), una purga que realizó el régimen nazi para apoderarse de todas las estructuras del Estado Alemán. Muchos de los que fueron asesinados eran miembros de las Sturmabteilung (SA). 

Además su mayoría parlamentaria le permitió aprobar una ley que transfería al partido el control de la burocracia y del sistema judicial. También reemplazó los sindicatos por un Frente del Trabajo alemán dirigido también por los nazis y prohibió todos los partidos políticos excepto el Nacionalsocialita. Las autoridades nazis tomaron el control de la economía, los medios de comunicación y todas las actividades culturales, haciendo depender los puestos de trabajo de la lealtad a su ideología. Contaba con su policía secreta, la Gestapo, y con las cárceles y los campos de concentración para intimidar a sus oponentes, aunque la mayoría de los alemanes le apoyaban con entusiasmo. 

El avance de la industria armamentística acabó con el desempleo, los trabajadores se vieron atraídos por un ambicioso programa de ocio y los éxitos alcanzados en política exterior impresionaron a la nación. De este modo, consiguió moldear al pueblo alemán hasta convertirlo en una herramienta flexible que necesitaba para establecer el dominio de Alemania sobre Europa. Ridiculizó el concepto de igualdad entre los seres humanos y reivindicó la superioridad racial de los alemanes. Puesto que se consideraban miembros de una raza superior, creían tener derecho a dominar a todas las naciones a las que pudieran someter. 


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